Queridos Catequistas:
Hoy 21 de agosto, Día de San Pio X (patrono de los catequistas).. los saludamos y los invitamos a celebrar siendo Testigos de la fe, en comunión
(APORTE DE LA JNC)
Nos gustaron mucho y nos pareció oportuno compartir con ustedes las re-flexiones de la Hermana Mercedaria Cristina Azábal:
“Pensando en los catequistas me vino el recuerdo de un CARRITO DE SUPERMERCADO que, hace mucho tiempo, me sorprendió al fondo de un templo. Ahí estaba el carrito… pero no tenía mercadería sino que llevaba atado un palo que, en la punta, tenía un altoparlante. Me explicaron que antes se usaba en las procesiones. La verdad… no me resultó muy prolijo.
Lo cierto es que, pasado el tiempo, en una de las procesiones, el equipo sofisticado que habían contratado se echó a perder (como pasa habitualmente) justito antes de comenzar la celebración. Y allá salió a los saltos el carrito parlante… y salvó la situación, no sé si prolija pero sí, oportunamente.
Y… ¿qué tendrá que ver el carrito parlante con el catequista? Yo creo que mucho. Porque siempre está ahí. A mano. No es el cura. No es el que toca la guitarra ni acomoda el altar. Pero está ahí. Te sabe responder a qué hora es la Misa, con quién hay que hablar para lo que sea y hasta dónde queda la cocina. Y cuando hay que organizar algo… todas las miradas se dirigen a él.
¿De dónde le viene esa autoridad que, si bien nadie le otorgó, todos le reconocen? Es que el Catequista es un hombre o una mujer de la Palabra, es amigo de Jesús y encarna, para la comunidad, los valores que enseña.
Por eso tiene un poco de scout, se las arregla con casi nada y, aunque a ve-ces parece que “ya” tira la toalla, vuelve y volverá siempre, porque sabe en quién ha puesto toda su confianza y él es capaz de conservar lo que le ha encomendado (2Tim 1).
Tiene épocas en que, como el carrito de supermercado, se traba un poco (qué fastidio da andar por el súper con un carrito con las ruedas trabadas), pero le cuesta muy poco destrabarse: una visita al Sagrario, el beso de uno de “sus” chicos, jóvenes o adultos… y ahí está de vuelta, en marcha.
Como el carrito, también va atento a todos y ya se pone más cerca del que va distraído (como para que la Palabra le resuene en la oreja) y ya empuja un poquito al que va rezagado.
Antiguamente las comunidades se formaban en torno a los catequistas… y creo (y pónganse anchos) que ahora también. Porque ustedes están presentes en los grandes momentos de la vida: el nacimiento, la consagración del amor, el primer encuentro con Jesús, la confirmación en su amistad…
Ustedes quedarán guardados junto al diploma, el certificado, la medallita, la foto… y un día, cercano o lejano, removerán una memoria con algún recuerdo lindo que los que, aun habiéndose ido lejos, todavía conservan brasas del amor de Dios hecho Palabra en su catequista.
Saben… no se trabaja de catequista. Se “es” catequista. No se cansen, pues, de ser carrito parlamente. Sigan metiéndose entre la gente. Sigan arriman-do la Palabra a los corazones, el Fuego al hogar, el Amor al mundo desanimado y desesperanzado. Así llegarán al Cielo. Y seguramente al verlos, arrancarán una sonrisa del Rostro de Dios, al que tanto se han esforzado en hacer conocer, amar y servir.
Entonces, les dirá: “¡Eh, el del carrito!... ¡Acá hace falta alguien que ampli-fique porque los de atrás no oyen!”. Y ahí seguirán trabajando para el único Patrón al que vale la pena servir. Así qué… ¡Ánimo! ¡Arriba!”
Hermosa reflexión..!! Me lleno el alma.... Gracias ... Y bendiciones para todos!!! Dios nos ilumine siempre, especialmente cuando se "nos traen las ruedas"...
ResponderEliminarGracias por Compartir, muy oportuno e interesante
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